viernes, 27 de agosto de 2010

DIARIO DE UNOS MELLIZOS PRIMERIZOS

Primeros quince días de Pedro y Julio en casa; han sido unos días de adaptación, tanto nuestra como de ellos. Nos hemos conocido, descubierto nuestras singularidades y disfrutado de momentos únicos e irrepetibles. Cuando llegaron a casa el peso de ambos rondaban los dos kilos escasos 2,080 kg. Aproximadamente Julio y 2,030 Pedro. Después de dos semanas el peso de los dos ha subido unos ochocientos gramos; el peso de Julio está en 2,890 y el de Pedro en 2,830 kg. Hemos visitado dos veces al pediatra del centro de salud y hemos repetido la prueba del talón en la residencia.

En este resumen de la primera quincena solo hablare de su estancia en casa, sin tratar los días anteriores en la residencia, y de la evolución que han tenido.

En primer lugar hay que decir que cuando nos dieron los niños rondaban los escasos 2 kg, cosa extraña cuando lo normal es dar el alta a los niños cuando han llegado a los 2,5kg. Pero bueno eso es algo que no nos preocupa mucho, los niños van ganando peso y eso es lo importante. Cuando nos dieron el alta unas enfermeras se acercaron a nosotros y muy amablemente nos dieron la comida de los niños para un mes, un detalle que nunca olvidaré. Pero a lo que iba, montamos a los niños en el coche y pusimos rumbo a casa. Desde ese momento los días y las noches se empezaron a mezclar; las tomas son cada tres horas y tardamos una hora en hacerlo, aunque después de 15 días el tiempo que tardamos en dárselas se ha reducido y ahora apenas tardamos cuarenta y cinco minutos. Apenas tenemos una hora y media entre toma y toma para dormir, porque no solo es darles el biberón; también hay que hacerlos eructar, cosa que puede llevar media hora; cambiarles los pañales; cambiarles la ropa, que no sé cómo se las arreglan pero siempre se ponen perdidos de leche y limpiar las tetinas y biberones, para que a la siguiente toma (poco más de hora y media después) esté listo para volver a empezar. Tras este ritual nos acostamos a dormir (ya da igual que sea noche o día) y como buenos primerizos nos despertamos ante cualquier sonido de los niños y pasamos horas mirándolos.

Julio, el mayor, es tranquilo, duerme, se toma sus biberones y no se queja de nada, bueno de casi nada, parece que le molesta su hermano y cuando lo acostamos en la posición en la que está mirando a su hermano, se lía a patadas con él. Después de unos días en casa, ha descubierto a su archienemigo y no, no me refiero a su hermano (que después de un enfrentamiento de ambos la cosa parece que se ha calmado. Los pusimos cara a cara un día, se liaron a guantazos y a patadas, desde entonces la tensión se a calmado) con archienemigo me refiero a la razón de su existencia, lo que lo motiva para seguir adelante y por lo que se ha aliado con su hermano, al ser más peligroso del mundo, a la abeja que hay bordada en la chichonera de la cuna. Se tira horas intentando agarrarla sin conseguirlo, pero él sabe, en su fuero interno sabe que algún día lo conseguirá.

Pedro, el menor (un minuto), ha hecho suyo el dicho "quién no llora no mama". ¡La madre que lo…! No aguanta una, ha descubierto que cuando abre la boca está en brazos y le encantan los brazos. Levanta la mirada y se pone a dotorear. Pega unos berridos que parece que el mundo se esté acabando, no me extraña que Julio se lie a patadas con él cuando tiene ocasión. Y en cuanto a comer ¡me cago en la le…! Si parece un saco roto, he pensado en ir al hospital a ver si se han equivocado o algo y me han dado al hueco. Cada hora y media o dos horas, voz en grito reclama su sustento, sustento que le tiene que dar su madre porque no consiente comer con nadie que no sea su madre, cierra la boca, aprieta las mandíbulas y hasta que no se pone su mamá a darle el biberón no come. La relación con el hermano es buena (por su parte) cuando es él el que está en la posición que mira a su hermano, se acerca poco a poco a este para tocarlo, entonces, cuando consigue tocarlo o juntarse a él, se relaja y se duerme.

Julio y Pedro con sus padres. Se turnan, quiero decir que cuando uno duerme el otro la lía. De 21 horas a las 4 de la madrugada y de 15 a 18 horas uno de ellos no nos deja dormir y al día siguiente este duerme como un bendito y es el otro el que toma el relevo. Bueno os quedan las "entre tomas" de las mañanas para dormir diréis algunos. ¡Pues no! Porque esas horas parecemos la centralita de teléfonos, abuelas y abuelos llaman para preguntar por las criaturas, y ¿quién es el guapo que les dice que no llamen? Que te tildan de mala persona, que no quieres que vean a sus nietos, que ya sabían que molestaban, que esto, que lo otro… pero hasta aquí la primera quincena en casa de mis dos bichos, ardillo (Pedro) y lagartijo (Julio), motes puesto por los sonidos que hace Pedro y por los movimientos que hace Julio.

1 comentario:

Enric Ortuno dijo...

Por fin os hab'eis dado cuenta que Pedro y Julio como nombre no funcionan: Ardillo y Lagartijo!! mucho mejor, eso si tiene garra!!!