Dejamos el decorado y nos marchamos a los camerinos.
- Bien esperemos que el decorado aguante.
- Sí, esperemos que aguante.
Ni cortos ni perezosos nos dirigimos a por el vestuario y... Decididamente ese día había un Gremlin que no quería que la función comenzara. El vestuario estaba en el mismo atasco que los montadores y parte del equipo.
- ¡Que no cunda el pánico!
Esta era la situación:
1º La obra tenía que haber comenzado hacía cinco minutos.
2º el decorado no estaba asegurado.
3º el vestuario no había llegado.
4º el público estaba esperando en sus butacas.
El director en ese momento ya se había calmado.
- Esto ya no puede empeorar.
- Bueno, eso lo dices porque aun no te he dicho que el protagonista también está en el atasco.
Finalmente llegó el vestuario y nos pudimos vestir.
El protagonista llegó cambiado y listo para salir. Lo que no sabían ni él ni el resto de actores que participaba en la obra, a excepción de los que habían montado el decorado, era que parte del decorado no estaba asegurado.
Y la función comienza.
Yo no quitaba la vista de la casa, y cada vez que alguien entraba y salía aguantaba la respiración esperando lo peor. Mientras tanto, el protagonista, ajeno a lo que sucedía con el decorado, ofrecía al público una interpretación llena de fuerza y pasión. Con Fuerza y pasión era como trataba a la puerta cada vez que entraba y salía. Todavía no sé como no me dio un infarto.
- Se cae, se cae, se cae... uffff. Por los pelos.
Y Finalmente la función terminó sin más percances.
Todo terminó sin más problemas; hasta el día siguiente...